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martes, 28 de diciembre de 2010

Tinieblas

Fisicamente no sentí nada cuando me guillotinaron; ni dolor alguno, ni siquiera el mas mínimo contacto de la hoja con mi garganta. Solo recuerdo que de pronto la oscuridad lo inundó todo y me sumergió en el mundo de las tinieblas en el cual ya llevo más de doscientos años.  Pero que curioso, nunca perdí la conciencia de mi mismo.

Desde entonces, oscuridad, tristeza y profunda soledad... son mis intimas compañeras. En este reino de las tinieblas se está completamente solo: no tienes el consuelo de un amigo, cuya compañia disipe tus temores o haga que se redoblen tus alegrias; tampoco el de otros espiritus con los que consolarte; tampoco gozas de los placeres de la carne, yo ya llevo 235 años desposeido de mi envoltura carnal, ya casi no recuerdo lo dulce que era el contacto con una mujer, el suave tacto del cuerpo de una mujer desnuda es algo que  añoro enormemente; incluso el humo de un buen cigarro para mi es algo como un lejano recuerdo, tan lejano que dudo que alguna lo haya probado, y el caso es que cuando vivia no dejaba de fumar ni de hacer el amor con toda mujer joven y hermosa que se dejase. 

No. En este inframundo no tienes sensaciones fisicas; ni hambre, ni sed, ni frio, ni calor; la unica emocion humana que pude traerme al principio fue el miedo; pero este miedo poco a poco se fue disipando; ya solo soy un espiritu errante en el mundo de las sombras, aunque de vez en cuando se me ha permitido echar un vistazo por el mundo, de modo que asi he podido ver como se sucedian generaciones tras generaciones; desde mi inframundo he visto nacer a mi unico hijo mayor (mi mujer estaba embarazada de él cuando me guillotinaron), lo he visto crecer, casarse, madurar, envejecer y finalmente morir de viejo; a el, y a los hijos de sus hijos, y a los hijos de sus hijos de sus hijos, y asi hasta deecisiete generaciones; he contemplado la evolución del mundo, he visto el romanticismo del XIX y la lucha de clases del S. XX, desde mi gruta oscura.

Ahora se me ha permitido garabatear en un teclado, y por eso he creado este blog; como mi unico canal de comunicación con el mundo actual. 

De ese mundo actual del cual pienso hablar en diversas y sucesivas entradas; pero no en esta, mi tiempo se acaba y yo me vuelvo donde me sé...

Vale.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Presentación

Permitidme que me presente. Mi nombre es François de la Carmogne,  y soy  (mejor, fuí) el que veis en la fotografia de la izquierda. Aunque parezca mentira os diré que fallecí en la Place de la Concorde, Paris, el dia 17 de Julio de 1799. Me guillotinaron cuando yo tenia 24 años, asi que en este año de gracia de 2.010, cumplo los 235 años de edad.

Ya os contaré mi vida.

En mi epoca, no habia libertad de expresion; que suerte que ahora si la haya y mi espiritu,  desde donde se encuentre, garrapatea estas letras en la esperanza de que sean leidas. No ya mi cuerpo mortal, que desapareció comido por los gusanos y la podredumbre en una fosa común en 1.799, justo cuando me quitaron la vida.

Como acabo de deciros, me guillotinaron el 17 de Julio de 1799, en Paris, en la epoca del Directorio. Poco despues de mi ajusticiamiento, se instauró el consulado: ese corso llamado Napoleón Bonaparte, junto con Sieyès y con Ducos temporalmente hasta el 12 de diciembre de 1799 lo constituyeron; pero luego Sieyés y Ducos fueron reemplazados por Jean Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes siguieron en el cargo hasta 1804, cuando Napoleón fue coronado Emperador de los Franceses. Mi espiritu ya flotaba libre.

Todavía creo oir el redoble de tambores antes de que la hoja segara mi garganta; las miradas morbosas y ávidas de las comadres que, haciendo punto y calceta, memiraban esperando el rodar de mi cabeza; la actitud, seria, de los militares; los comentarios jocosos de los niños y de la plebe…

Hasta que oi el indescriptible deslizarse de la hoja que segó mi gargante: de pronto todo ruido cesó y la oscuridad y el silencio me rodearon…

Mucho ha llovido desde entonces hasta hoy. Mi cuerpo quedó sometido al inexorable proceso de putrefacción, en una fosa común, a las afueras de Paris, mientras que mi espiritu atormentado e iracundo, al ser privado tan joven de su envoltura carnal, vaga desde entonces por el reino de las tinieblas.

Se han sucedido generaciones y mas generaciones: he visto pasar el Siglo XIX, iniciarse el romanticismo y como terminaba al iniciarse el frenético Siglo XX, el mas atroz de todos, en el que he presenciado, desde mi atalaya de ultratumba, las dos guerras mundiales y las dictaduras fascistas y comunistas que han solado el mundo.

Y poco ha cambiado. El mundo sigue siendo poco mas o menos, el mismo que yo dejé.

Pero...otro dia hablaremos, que yo me vuelvo donde yo me se...

Vale.